24 enero 2008

DEMOCRACIA: NIHILISMO ACTIVO


DEMOCRACIA: NIHILISMO ACTIVO
José Luis Corazón Ardura

¿Cómo ha sido el paso de El Perro a Democracia?
Pablo España: Con El Perro se hicieron muy buenas piezas. Pero no se trataba únicamente de hacer piezas de arte, era sobre todo una filosofía, una ideología, una manera de trabajar. En ese sentido, El Perro fue un fracaso. Lo que se intenta con Democracia es, en lugar de dejar de lado ese proyecto concreto de trabajo que ha fracasado, seguir incidiendo en el. Había una vía de trabajo que es el colectivo y seguimos apostando por ello. Lo que estamos intentando ahora es que no haya ese fracaso ideológico. Intentar hacer lo que creemos.
Vosotros hacéis un trabajo en buena medida crítico con la democracia.
PE: Precisamente nos ponemos el nombre de Democracia porque actualmente es una palabra vacía, sin significado. También nos ha obligado a trabajar de una determinada manera, porque focaliza mucho más el centro de atención. En los proyectos que planteamos el hecho de que la firma sea Democracia aporta una nueva lectura, es por ejemplo el Monumento al terrorista suicida por Democracia o Charity por Democracia.
Iván López: Hay que tener cuidado porque arrastras el nombre. Tampoco queremos engañar a nadie, lo que hace Democracia no es diferente de lo que hacía El Perro. Todo lo contrario, es seguir fiel a sus principios. Nosotros estamos haciendo un discurso del sistema dentro del sistema. Esa palabra reúne el vacío y su contenido.
Un sistema que, como se titula esta exposición, hace referencia al estado de bienestar.
PE: Por un lado, es el desencanto de las revoluciones. Lo más parecido que tenemos ahora mismo a una utopía es el estado de bienestar que se está desmantelando. Es el socialismo sueco. Incluso esa utopía rebajada está puesta en duda, hoy por hoy. No nos interesa tanto pensar ese papel paternalista del estado como lo que posibilita que es la centralidad del confort y la vida de consumo en la organización social. Lo que planteamos es la posición de la sociedad civil integrada frente a la marginal. Mucha gente ha hablado de la marginalidad, desde un cierto pensamiento posmoderno como la única manera de estar fuera del sistema. Estar en la marginalidad no es positivo por sí mismo, los nazis son marginales, por ejemplo. La marginalidad justo en el lugar desde el que estamos hablando supone una serie de carencias básicas, de salud o de educación. Es poner en cuestión la idea de la marginalidad como el afuera. Pero también pensar que si la incorporación a la sociedad del bienestar otorga ese confort, al mismo tiempo asegura la inserción en los mecanismos del espectáculo en el sentido debordiano.
En el video que presentáis en esta instalación hay un componente cinematográfico. Tramáis una escena con distintos actores. Ese desmantelamiento que puede hacer referencia a la situación del arte en la ciudad. En este sentido, como decía Godard, es un arte hecho políticamente.
PE: Hay una referencia clara al crecimiento de una ciudad como Madrid, a su engorde, que entra en comparación con El Salobral que es el cuarto mundo, un ghetto donde había once mil habitantes, el poblado chabolista más grande de Europa en la ciudad de los edificios de Florentino Pérez. Nos interesaba el nihilismo unido al capitalismo. Por eso hay una serie de referencias culturales muy precisas. Esa complacencia con la destrucción que está en la base misma de la cultura de masas.
IL: De todos modos, no es tanto hablar de una determinada política. Hay una voluntad de contextualizar y empezar a hablar de la cuestión de la vivienda y, a partir de ahí, no tanto tratar de desmantelar un sistema, como la de presentar un estado del bienestar basado en el espectáculo mostrando la destrucción. Es una visión más esencialista.
En vuestro trabajo es importante la colaboración con otros artistas y también con la gente que está sufriendo el desmantelamiento.
IL: A nivel de videográfico, filmar así la realidad, nos ha llevado a rechazar de plano el documentalismo. No contiene entrevistas, no tiene actuación. Hemos convocado a la gente para convertir la demolición de unas chabolas en un espectáculo. Ahí entra el tunning de las máquinas, los trabajadores sociales o el conductor de la excavadora. ¿En que se puede convertir eso?
PE: Como los sucesos de El Salobral hay miles todos los días. Los puedes ver en televisión. Nosotros nos queremos alejar de eso. Otra parte importante de la gente que compone la pieza no es solo quien allí está retratado, es el propio visitante de la exposición. Estamos hablando de espectadores. Hay que hablar del lugar del espectador.
Es como el fin de la sociedad del espectáculo.
PE: No hay un fin de la sociedad del espectáculo, en todo caso estamos ante su máxima realización. Hay una igualación de los espectadores, porque parece que a priori se considera que todos los espectadores leen las imágenes de la misma manera, pero hay distintas lecturas, distintas expectativas. No es solo una representación, sino que parte importante del proyecto es el propio espectador y su identificación con los espectadores que aparecen en el video. También nosotros nos hemos posicionado como espectadores.
De alguna manera tratáis de mostrar metafóricamente ese fin del capitalismo.
PE: El tabú más consistente, todavía dentro de la sociedad occidental, sigue siendo el de la competitividad, la carrera de ratas capitalista, el cómo se hace dinero. A diferencia de otros trabajos, Welfare State es abierto. No hay certezas, sino un planteamiento de distintos puntos de atención. Es una obra menos propagandística.
En la exposición podemos ver otro tipo de piezas.
PE: Noaz ha colaborado en este proyecto diseñando la imagen corporativa del evento, cuyo eslogan es Smash the guetto, que aparece en una pancarta realizada por Yolanda Rueda utilizando un lenguaje que podríamos considerar postgraffiti. Nos interesa esa estética de la pancarta, del slogan. Decía Deleuze que hay que escribir con slogans. La pancarta podría colocarse en muchos lugares. Hay una voluntad de buscar contacto con unas culturas muy determinadas, grupos de hip hop o heavy metal como Katequesis que han relizado la música. Se trata también de buscar una referencia en la cultura popular, hablando de la customización, como el tuning de una pala mecánica hecho por Dani KXT. Por esto, es un proyecto que levanta muchas lecturas. Te venden una diferenciación dentro del mundo del consumo, pero en realidad es una igualación por otro lado. En ese sentido es importante en la película la aparición de tatuajes, el tunning como algo que personaliza y diferencia. En realidad, es una estrategia más elaborada, pero al final es el último estadio de consumo. También al hablar del espectador que busca el espectáculo en la destrucción, estamos manejando la estética del hooliganismo..
Vosotros estáis en otro guetto artístico, aparentemente alejado de estas tendencias. Esa demolición llevada a una galería de arte, ¿cómo acompasáis estar en ese mundo aparentemente elitista?
PE: No podemos perder de vista que estamos hablando desde el arte. Hay veces que hay esa voluntad de superar el ámbito del arte y otras veces, no. Es un espacio muy maleable en el que caben muchas cosas. Nuestra manera de trabajar está en ese espacio, porque por ejemplo podemos estar cercanos al cine, pero no es cine.
Durante estos dos últimos años habéis realizado otros proyectos, participado en bienales, publicado una nueva revista.
PE: Para nosotros, todo está ligado. El hecho de dirigir la revista Nolens Volens, comisariar Madrid Abierto, no supone distinción. En esos proyectos también nos estamos posicionando. A veces puedes hacer un fanzine fotocopiado para la Organización Nelson Garrido de Caracas, que un centro de organización anarcopunk y otras veces, exponemos en una galería. Nunca hemos rechazado un espacio en el que se nos pidiera estar. Si no hiciéramos este proyecto en la galería, no podríamos hacerlo en otro sitio. Como Democracia hemos expuesto más en el extranjero que en España. Estuvimos en la Bienal de Goteborg, Estambul, Graz y ahora, recientemente, en Platform en Corea.
IL: Por un lado hacemos trabajos muy contextualizados. En este sentido, me gustaría ver este proyecto en Rumanía, por ejemplo, en un lugar donde se pueda enriquecer por el contexto. Es curioso cuando lo expones en otro espacio, como en Corea.
¿Qué queda tras la destrucción?
PE:. Tenemos que hablar de dos tipos de nihilismo. Por un lado, es el lado del nihilismo de la exposición No Future que organizamos para la Organización Nelson Garrido. Es un posicionamiento político de inspiración anarquista donde se trata de hablar sobre valores y el nihilismo como algo totalmente en contra del poder. Es una posición política muy concreta. Luego, el nihilismo que se refleja en Wellfare State: es el nihilismo del capitalismo. Ciertamente se están tirando esas casas y se está produciendo ese desalojo, pero sabemos que hay un propietario que está deseando comerciar con esos terrenos. Ese nihilismo capitalista tiene mucho de vanguardia, devorándose a sí mismo para renacer. Es el nihilismo que nos parece agresivo. El nihilismo de la ONG era hablar en contra del progreso como una herramienta más de dominación. El nihilismo capitalista es el nihilismo necesario para perpetuar su funcionamiento. Cuando, como decía Benjamin, la revolución no es acelerar más las máquinas, sino tirar del freno de mano. El no futuro es el nihilismo con el que nos identificamos. El nihilismo capitalista es el que hemos estado intentando reflejar aquí. Una sociedad disfrutando de la destrucción como espectáculo. Y cómo es complacencia con la destrucción está en el interior de nuestra cultura.

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