Más allá de los tópicos que suelen ir asociados a la presencia de lo juvenil en las sociedades actuales, sabemos que la juventud no es sólo cuestión de tiempo, sino de espacio. A pesar del carácter artificioso propio de la juventud, la presencia de una cierta tristeza nos conduce a considerar que el joven está cerca del jubilado. Se trata de apostar por un instante de alegría y de sabiduría a veces inconsciente, a pesar de otras cualidades importantes como la incertidumbre o la duda. En el caso de FUD (Fear, Uncertainty, Doubt) se trata de presentar el último trabajo de tres artistas cuya vinculación generacional les conduce a considerar también la importancia de otras cuestiones vinculadas con aspectos utilitarios de las sociedades del presente. En esa dirección, la presencia de la juventud casi siempre tiene un componente estrictamente urbano. También es importante su aspecto formal porque corresponde a la moda. Su existencia parece revelarse como una especie de vivencia alegre, cuando la realidad suele ser más precaria. El caso es que una sociedad juvenil es un hecho que aparentemente se traduce de forma instantánea en consumo, violencia y capitalismo, casi siempre vinculado a una estética de lo moderno. Si bien el éxito juvenil está relacionado con la apreciación grupal, existe una razón más para apostar desde lo adolescente –esto es, aquel que está en adolecimiento- por una recuperación de lo joven desde un acercamiento propio de presupuestos heredados del romanticismo, cuando la forma de ser expuestos en sociedad corresponde al estado de las artes. No en vano, el Sturm und Drang hablaba de esa tormenta propia de la impulsividad. El Jugendstil, como movimiento moderno, estaba en manos de una juventud con ganas de modificar no sólo el aspecto interno, sino su forma exterior. Esta aparición de lo juvenil como portador de valores universales es también la historia de la sociedad desde el siglo XX, una sucesión de estad(i)os de la juventud. Desde los felices años 20, hasta los totalitarismos, pasando por los rockers, hippies, mods o punks, hasta las infinitas variaciones y relecturas de los adolescentes japoneses. En esa espera, la juventud pasa volando. Y sabemos cuál es la actualidad. Si antes el espacio temporal del joven estaba en el paso de la escuela al trabajo, ahora sabemos que hay un porcentaje importante de individuos fuera de ambos.
Atender a aspectos cruciales de la sociedad capitalista en relación a la juventud es el objeto de FUD (Fear, Uncertainty and Doubt), exposición colectiva organizada por Cristina Llanos y Santiago Piñol en la sala expositiva de la asociación cultural Mediodía Chica. Los artistas que configuran esta revisión de lo juvenil desde un arte actual son Ignacio Chávarri, Pedro López Zamora y Cristina Llanos. La abreviatura que da título a esta exposición hace referencia al miedo y a la duda propia de estos tiempos de incertidumbre, porque saber qué hay después de la juventud es el origen de este proyecto expositivo.
En esta primera muestra de una serie de exposiciones y publicaciones próximas, presentamos la obra de tres artistas cuyo nexo no es sólo el hecho de compartir una generación. Partiendo de una serie de propuestas plásticas que contemplan el significado de ser joven y sus implicaciones en la sociedad actual, a través del dibujo, la instalación pictórica y la acción artística, FUD quiere reflexionar también sobre la influencia de lo espectacular en la sociedad de nuestro tiempo.
Ignacio Chávarri.
La intervención de Ignacio Chávarri está originada por la presencia de un material aparentemente inocuo como el confeti, elemento central de cualquier celebración importante. En Presente Perfecto realiza una serie de acciones, barriendo y disponiendo de un modo simbólico este material, generando un punto de inflexión en el paso de la juventud. Realmente, un marcador de ascendencia duchampiana que señala hacia la transición a la vida adulta, influida por la sobrevaloración del concepto de lo juvenil como factor de triunfo o de éxito en la sociedad actual.
Pedro López Zamora
En la instalación pictórica de Pedro López Zamora se intuye el fin de fiesta. Una ironía en forma de relectura del almuerzo campestre que, a modo de decorado escenográfico del presente, ofrece una visión festiva de la juventud. Se trataría del paso del mundo infantil preadolescente a través de un diorama construido y acotado para el desarrollo de los infantes, permitiendo la consolidación de los límites sociales que marcarán el resto de la vida. La idea es continuar construyendo y habitando este diorama, sin la necesidad de educar o establecer límites sociales que cancelen la idea de la pura diversión.
Cristina Llanos
En Broadcast yourself! (¡Divúlgate a ti mismo!) Cristina Llanos presenta una serie de dibujos que parten de fotos sustraídas de las redes sociales de Internet. Una reflexión sobre la importancia de un fenómeno cultural actual que conduce a hacerse visible a través del deseo y la búsqueda del yo. Una práctica que conduce a autorretratarnos ante el espejo haciendo uso de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación masivos, desde tres cuestiones principales: el culto a la espectacularización de la personalidad, la incipiente creación de ficciones de lo real y la desaparición de la frontera entre lo público, lo íntimo y lo privado.
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